Teoría de conjuntos

12 de mayo – 12 de junio 2009

Curaduría: Jurgen Ureña

Las cosas ofrecen un estado orbital. Esa es probablemente la revelación más significativa y esclarecedora en el trabajo reciente del colombiano Ícaro Zorbar. Los objetos encontrados, diseccionados, desarticulados y reensamblados por el artista, se convierten en nuevas criaturas que giran usualmente en torno a sí mismas, aunque no siempre de manera previsible.

Las criaturas mecánicas de Ícaro funcionan siempre en un sentido contrario a las perspectivas que prevalecen sobre lo mecánico. A la necesidad de lo nuevo Ícaro opone la belleza de aquello que socialmente hemos declarado como obsoleto; al rasgo omnipotente implícito en los medios tecnológicos les confiere pequeñez y fragilidad; a la aridez del mecanismo le otorga la cálida complejidad de los afectos.

Su fascinación por la vida que surge de la máquina revela siempre una poética, más allá de la simple mecánica artificial. En su particular proceso creativo, Ícaro busca y expone delante de sí una serie de objetos diversos, indaga funcionamientos, desarma estructuras e imagina conversaciones, en una suerte de revisión lúdica y contemporánea del joven Víctor Frankenstein.

De este procedimiento creador surge una vida nueva, tan insólita y conmovedora como la relación entre dos tocadiscos enganchados, que intentan alcanzarse poco a poco sin conseguirlo. O bien, esa misma sensación agridulce surge ante una serie de cassettes escritos con letras de canciones y diálogos de películas, o ante una pequeña proyección que nos sumerge en los territorios de lo efímero, titulada “te extraño: el fantasma”.

Así de complejas son las criaturas de Ícaro. No hay en ellas mayor truco ni menores efectos que los de las órbitas vitales, que nos resultan siempre, a pesar de una ancestral familiaridad, tan fascinantes y sutiles como bellas.

Jurgen Ureña.