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ACERCA DE LA EXPOSICIÓN
Variaciones políticas del trazo
CURADURÍA: Virginia Pérez-Ratton y Johana Calle
06 AGOSTO – 30 SETIEMBRE 2008
Hace varios años, el Museo de Arte Moderno de París realizó la exposición “Urgent Painting”, y varios de los ensayos que aportaron los curadores remitían justamente a los aspectos temporales asociados al lenguaje pictórico, al espacio aislado del taller como un elemento particularmente presente en el proceso de la pintura. Por otro lado, constituyó un planteamiento sobre la vigencia de ese lenguaje en un contexto y un momento que pareciera abrir posibilidades sobre todo a los medios tecnológicos. En ese sentido, la exposición de Johanna Calle en TEOR/éTica, su primera muestra individual fuera de Colombia, resulta absolutamente vital como referencia en el mundo consagrado al dibujo, otro de los espacios que parece integrarse en un compás de tiempo diferente al actual. La obra de Calle no es solamente un trabajo arduo, que lleva los límites del dibujo a otra dimensión, sino que esa nueva dimensión responde a un imperativo personal de identificación obsesiva con una temática a desarrollar. Para abordar la noción de dibujo desde una perspectiva sin limitaciones, cito a Paulo Herkenhoff, quien enmarca poéticamente aquello que trasciende el trazo de un lápiz sobre un papel, hacia las formas que el dibujo ha asumido a través del tiempo, que le confiere permanencia por esa misma posibilidad de renovación:
“Digamos que el dibujo se configura como una forma de navegar a través del tiempo o como un medio para herir un cuerpo. Políticamente, es ataque y resistencia, a veces un manifiesto solitario. Puede ser un grito en el vacío o la delgada orilla del silencio, pero es siempre una voz.(…) … se configura como una acción fenomenológica, o como un devenir, aun como un vértigo. Como es piedra, líquido o luz, ya no es un canon.”
El dibujo, pues, es un significante, es ilimitado y es político, puede ser efímero y eternamente reiniciado, puede ser material o virtual… y la obra de Johanna Calle muestra, además, que no hay medio más secreto y a la vez más subversivo. El dibujo es intemporal, un medio al que se regresa siempre, al que se recurre en tiempos de crisis, un medio intimista en la búsqueda y creación de sentido, que proyecta, tal vez más que cualquier otro lenguaje, un mundo muy interior, más allá de reflejar una identidad personal. Es una especie de ritual silencioso que se realiza a partir de un pensamiento, de una idea, de una memoria hecha tangible por el trazo, y el trazo, sobre todo en la obra de esta artista, no es solo la huella del carboncillo, sino que se manifiesta a través de soluciones formales vinculadas estrechamente con las temáticas de cada una de sus numerosas, amplias y pacientemente estructuradas series.
Así, sustentada formalmente en esta investigación del dibujo como medio, la obra de Calle se desarrolla conceptual y temáticamente a partir de la conciencia del poder de la comunicación colectiva, de la información manipulada, así como del sentimiento de precariedad, de soledad y de encierro en situaciones extremas, pero al mismo tiempo se ubica discretamente en el ámbito de las utopías personales, de alcance cercano. Dejando de lado pretensiones mesiánicas, logra plantear de manera tan sutil como contundente, su protesta frente al abuso de poder o el ejercicio ciego de la autoridad. Johanna Calle produce una obra austera, con gran economía de medios, asociada a mecanismos de la memoria y del testimonio, pero también desde una posición de alerta: la huella, la desarticulación y la reconstrucción presentes en el arte contemporáneo, aparecen en este trabajo como un deseo de replantear lo existente a partir de una anulación, una cancelación sucesiva. Eminentemente política, esta obra busca, desde la perspectiva formal, desbordar constantemente el lenguaje tradicional del dibujo, sin perder el nexo con la línea. Es una línea que se manifiesta como un garabato aparentemente inocente, hasta que nos percatamos de que la palabra “No” se repite entre rayones ensortijados dentro de formas negras – “Nudos de No”, 2003. A primera vista estos pueden remitir a los globos de diálogo en el formato de historietas, pero también, de forma más poética, a gotas de tinta derramada, anudadas sobre el papel. La raya, el formato pre-establecido, la norma, son estructuras que tientan a la artista para manifestar su posición frente a la intolerancia y la imposición: en la sencillez de las hojas de cuadernos escolares, como en “Respuesta concreta” 2003, se repite insistentemente “no, no, no, que no y no”, como una forma de resistencia, o como un “pensum” irónico de negación frente a algo que no queda dicho. En “Bocetos de Norma” 2007, la artista copia en hojas, llamadas “de norma” en Colombia, debido al nombre de su fabricante, el Manual de Inquisidores, compilado por Eymerick en el siglo 13, conservando la escritura arcaica – la normativa hecha terror bajo la apariencia armoniosa de una caligrafía controlada y exacta. Ya en la serie de las “Lecciones”, 2006, Calle había copiado el texto del “Proceso” de Kafka, en un sentido y luego en sentido contrario: hay una obsesión que persigue estas auto-imposiciones, es acaso una forma de expiación?
Otras obras giran alrededor del rompimiento o de la intrusión que desarticula simbólicamente una estructura rígida: , en “Cifras”, 2008 , números en desorden, que parecen vibrar incesantemente, irrumpen y alteran la superficie regular de una cuadrícula, rompiendo el esquema del papel impreso; editoriales de los medios de comunicación, realizados con recortes de cartón y pegados sobre otra superficie, se desdibujan y se descomponen, hacia un lado o hacia el otro, en “Columnas de opinión” 2007, o se presentan como un cúmulo de vacíos recortados en “Tácito”, 2007-2008. Pareciera como si el vacío contuviera lo que no se dice en estas columnas, como si alguna verdad indecible se sobre entendiera.
Conocí la obra de Johanna Calle inicialmente por la serie que ella denomina “Contables”, 2005-2006: se trata de delicados dibujos a plumilla, que reproducen hojas de contabilidad en diversos formatos, con una trama deshilachada, desconfigurando una estructura que convencionalmente ha dado cuenta de movimientos, en el campo económico. Las líneas que normalmente encuadran los cálculos exactos del contador y el economista, pierden su linealidad, se rompen, y al destejerse, remplazan la certidumbre por el espacio simbólico de la inestabilidad, la precariedad, lo incierto de las economías en cualquier punto del planeta. Realizadas hace poco más de dos años, resultan particularmente vigentes en el contexto de la crisis actual.
Johanna Calle también se sirve de materiales no tradicionales como las mallas metálicas, cuyo uso normal también se ve modificado, como en la serie “Endemia”, 2006. Procediendo inversamente a lo usual, quita trozos de malla, para crear más bien un vacío que descubre la forma de un invertebrado, dejando emerger lo inarticulado, lo desestructurado. En la serie “Perspectivas”, 2006, la artista aplasta jaulas de pájaros o trampas de alambre, como si buscara desvirtuarlas de su primera función, obliterando su posibilidad de atrapar, encerrar o confinar. En su trabajo más reciente, de corte un poco más figurativo, “Obra Negra”, 2008, combina delicadas alusiones a viviendas precarias, con otras donde la presencia de fragmentos de cuerpo de jóvenes mujeres – usualmente quienes terminan asumiendo el peso de las responsabilidades familiares en las clases más desposeídas – se integra a las edificaciones y las actividades cotidianas, formando una estructura indisoluble de mujer/casa. Esta figuración resistida se encuentra también en “Progenie”, serie de fotogramas realizada hace siete años, en la que formas recortadas y cosidas, hechas de tripa orgánica, se acomodaban como grupos familiares en pose. Las formas descabezadas sin embargo, parecen remitir a una extraña fantasmagoría de personajes sin identidad.
Paulo Herkenhoff afirma con razón que el dibujo ya no es un canon: ampliar las fronteras del dibujo no es una preocupación de hoy, sobre todo en el ámbito latinoamericano, pues el espacio ocupado por el dibujo y la gráfica es particularmente denso en el arte del continente. La obra de Johanna Calle es prueba de esta densidad y de las posibilidades que el dibujo permite y sugiere, cuando la temática que subyace tiene la fuerza de romper los esquemas tradicionales de significación y representación. Así como Gego decidió hacer “dibujos sin papel”, en donde el reflejo sobre la pared de sus construcciones de hilos metálicos, o sea, el resultado de la luz, era lo que constituía el dibujo, o que investigó materiales en los deshechos industriales o domésticos, dando otra dimensión a la escultura, Johanna Calle investiga la dimensión formal y material para cada tema que quiere desarrollar y comunicar, sistemáticamente alterando la estructura que escoge para cada serie, inutilizándola, anulando su función inicial: textos que no se leen, jaulas que no encierran, números que no suman ni restan…
Es evidente que investigaciones de esta índole pasan por la relectura de épocas anteriores, y en este momento, la incertidumbre que domina el pensamiento actual apunta a re-encontrarse con algo que remita de forma más directa al ser humano, al gesto o el trazo, algo que le recuerde al espectador que se deja una huella. “Las esperanzas de profundos cambios hacia delante se han visto truncadas, el unilateralismo militar y político sumerge a un planeta en degradación y estamos en proceso de recapacitar sobre el tipo de futuro que nos espera. Tal vez un cúmulo de “manifiestos solitarios” pudieran aportar un grado de ilusión suficiente para soñar otro mundo. Y el primer paso hacia el cambio, es soñar con él para trazarlo”
Virginia Pérez-Ratton
Agosto 2008
INFORMACIÓN
ARTISTAS: Johanna Calle (Colombia, 1965)
SALAS: TEOR/ética
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