This post is also available in: English (Inglés)
emic/etic
24 OCT, 2024 – 10 ABRIL, 2025
Artistas/Artists: Moisés Barrios, Dinorah Carballo, Darío Escobar, Joscelyn Gardner, Andrés Murillo, Virginia Pérez-Ratton, Christian Salablanca, Emma Segura y Sofía Ureña.
Acompañamiento curatorial: Lola Malavasi L., Paula Piedra, Adrian Flores.
INFORMACIÓN
ARTISTAS: Moisés Barrios, Dinorah Carballo, Darío Escobar, Joscelyn Gardner, Andrés Murillo, Virginia Pérez-Ratton, Christian Salablanca, Emma Segura, Sofía Ureña.
SALAS: Lado V
Emic: descripción de la cultura estudiada desde la perspectiva de un miembro de la cultura o “insider”.
Etic: descripción del grupo estudiado desde la perspectiva de un observador o una persona ajena a ella.
Imagino la práctica curatorial como un ejercicio de Antropología en el cual como observadora participante me adentro en el espacio del otro desde un lugar de escucha y documentación. En esa ficción, me posiciono como agente externo para seguir de cerca los procesos creativos de Andrés, Sofía, Emma y Christian. Lo siguiente serán las primeras palabras de una especie de bitácora antropológica donde se irán documentando las observaciones.
14 de setiembre, 2024
La invitación que le hago al grupo parte de entrar en diálogo con obra de la Colección Virginia Pérez-Ratton como excusa para que cada quien proponga un proyecto propio y así investigar desde la curaduría las metodologías que se desarrollan en ese proceso, aquellas que en su repetición se convierten casi en rituales.
Para iniciar ese diálogo les propongo un juego que se compone de tres rondas de acercamiento a un grupo preseleccionado de obras. En la primera ronda seleccionaron una obra únicamente basándose en una imagen de la misma. Para la segunda les di el nombre de les artistas, el año y la materialidad. En la última ronda les compartí un poco del contexto y el concepto de las obras que seleccionaron. En cada ronda podían tomar la decisión de quedarse con la obra o cambiarla por otra. Después de tres rondas, solo una de las artistas se decidió trabajar con una distinta a la que inicialmente había seleccionado.
Andrés Murillo en diálogo con Banana ArtNews (1997) de Moisés Barrios y Vasito McDonald’s (1999) de Darío Escobar.
Anotaciones: escogió obras que le enojan, está peleado con lo tropical. Sin embargo, este tipo de arte se le hace más accesible que la mayoría de trabajos contemporáneos.
Christian Salablanca en diálogo con Seno protegido (1997) de Joscelyn Gardner.
Anotaciones: Le llama la atención el tipo de materiales, que parece como un nido.
Emma Segura en diálogo con Hoja de vida (1995) de Virginia Perez-Ratton
Anotaciones: Quiere trabajar con percheros. Ya sabía que la obra era de Virginia pero no conocía más detalles.
Sofía Ureña en diálogo con Protocosmetógrafo interior (2003) de Dinorah Carballo
Anotaciones: Fue la única que cambió la obra que había escogido inicialmente. Esta le recuerda a objetos que ella tenía o usaba, hay una cercanía con los materiales y la forma.
24 de Octubre, 2024
(Escrito a priori desde la conjetura de cómo podría experimentarse el inicio del trabajo in situ)
Nos preparamos para iniciar (casi) como siempre lo hemos hecho, desde inquietudes propias y con la cotidianidad del hacer. Lo más valioso es la disposición del grupo de permitirme recorrer con elles el camino que trazan y vuelven a trazar constantemente al enfrentarse a un proyecto artístico. En ese camino, estos artistas serán mis guías pero también mi objeto de estudio. Trabajaremos desde ese doble rol, asumiendo las contradicciones que surgen cuando se intentan cuestionar las perspectivas tradicionales del oficio curatorial.
Así se configura simultáneamente un espacio expositivo, de trabajo y de investigación conjunta. En cada sala, junto a las obras se conservarán los trazos de las conversaciones, conexiones y exploraciones que se propongan durante el tiempo compartido. En este recorrido nos acompañamos para encontrarnos en un punto medio, construyendo un tercer espacio simbólico y físico desde el diálogo constante. Son conversaciones que aún no han sucedido pero que alimentarán todo este intercambio y contribuirán a dar forma al resultado material que vaya apareciendo en las salas. Aunque aún no se defina, ese lugar de intersecciones será un espacio de estudio que ojalá llevará a otras preguntas, debates, experimentos, e, idealmente, acercamientos entre las prácticas.
…
Continúa.
Lola Malavasi L.
San José, Octubre, 2024
CIERRE DE PROCESOS
4 de abril, 2025.
Cerca del cierre de los procesos vividos por Emma, Sofía, Andrés y Christian durante su estancia en Lado V, les hicimos la siguiente pregunta:
Del diálogo con la(s) obra(s) de la Colección Virginia Pérez-Ratton (CVPR) seleccionada(s), ¿qué elementos fueron guiando tu proceso y a qué estás llegando?
Estas son las respuestas:
Emma Segura en diálogo con Hoja de vida (1995) de Virginia Perez-Ratton
Desde que inicié el proceso, trazar un diálogo con Hoja de vida se sintió como una invitación a pensar el tiempo no solo como un archivo, sino como un cuerpo en tránsito. También como la posibilidad latente de poner en perspectiva una serie de momentos vividos y reflexiones que ya habitaban mi imaginario. Esta conversación —tiempo compartido, estadio fenomenológico y proceso de investigación/acción— comenzó en el espacio del Open Studio y se extendió a mi propia intimidad, trazando gestos de habitar a partir de distintos ejercicios que exploraron la tensión entre lo individual y lo colectivo a lo largo de estos cinco meses.
Más que un objeto estático, el perchero se convirtió en un dispositivo posibilitador de movimiento y transformación. Al llevarlo al espacio público, se activaron interrogantes sobre los límites entre lo privado y lo público. Paralelamente, el desarrollo de los ganchos de alambre como ganchos im-posibles surgió del deseo de cuestionar las formas convencionales y normativas de estas estructuras. Un gancho no solo sostiene cosas, también es evidencia de modelos de pensamiento que moldean y restringen la manera en que nos vestimos y nos representamos.
Cada una de estas estrategias —el registro en video, las bitácoras, el trabajo con material de archivo, la performance, el perchero y los ganchos, el taller colectivo— me ha permitido profundizar en metodologías donde el deseo, el juego y la intención están en el centro. Así, he pensado en los límites entre el archivo y la acción, entre lo efímero y lo que persiste. Si Hoja de vida es un retrato tejido con el tiempo, mi proceso en estos meses fue desplegarlo, sacarlo del marco y permitir que siguiera transformándose con cada interacción. Más que un punto final, veo este proyecto como una oportunidad para seguir explorando preguntas que aún permanecen en movimiento.
Sofía Ureña en diálogo con Protocosmetógrafo interior (2003) de Dinorah Carballo
Comencé mi acercamiento a ‘Protocosmetógrafo Interior’ desde una exploración formal. Me interesaba primero entender de qué estaba hecha, cuál era su función y en qué contexto se enmarca. Me detuve en sus materiales, en la manera en que estos componían su estructura mecánica y en cuál podría ser su propósito. Sin embargo, pronto sentí la necesidad de ir más allá de la materialidad y adentrarme en el texto que la acompaña, en esa especie de relato que narra la creación de este artefacto, sus funciones y los eventos que se desarrollan alrededor de él.
A medida que profundicé en esta exploración, empecé a cuestionar y reflexionar sobre el lenguaje que envuelve a los objetos. Me llamaron la atención las palabras con las que describen esta pieza, cómo el discurso en torno a los objetos los carga de significados y de exigencias funcionales. Me di cuenta de que el lenguaje, lejos de ser un puente, a veces puede ser un peso que asumo constantemente al enfrentarme al material. Desde las metodologías tradicionales del diseño, se nos inculca que todo objeto debe cumplir una función o solucionar un problema. Esta idea me abruma y me bloquea, y me veo girando en círculos, evitando la creación de objetos desde esta lógica restrictiva. Me resulta difícil aceptar que un material tan maravilloso, tan vivo, tan increíble, pueda verse reducido a una narrativa racional y utilitaria.
En paralelo a esta reflexión, fui diseñando el espacio y cultivando el material sin un rumbo fijo, sin un propósito más allá de su existencia misma. Y en este proceso de entrega, descubrí que lo que realmente me interesaba era la personificación del material. Comencé a registrar cómo el espacio cambiaba, a observar en función de qué se daban esos cambios, y a preguntarme si responden a mi comodidad o a la de las bacterias. Habitar este espacio en conjunto con las bacterias y la pieza me hizo darle un lugar e importancia a todos los objetos, me hizo sentirme como dentro de una vitrina y al igual que la pieza, dejar que todo mi interior fuera visto. Fue en este punto donde surgió el taller ‘Los objetos nos piensan’. Quise construir objetos que no nacieran de nuestras necesidades, sino desde la memoria de otros objetos que han sido importantes desde lo sentimental y lo emotivo. No se trata de diseñar para nosotros, sino de habitar con ellos, habitar con otros seres, de darles vida en sus propios términos.
Este proceso me ha llevado a una maravillosa idea: la creación de un relato (actualmente en construcción) cuyo objetivo es invitar a percibir los objetos y los procesos desde otra perspectiva. No como cosas inertes, sino como entidades que nos afectan y nos piensan tanto como nosotros a ellos. Y así, de manera quizás romántica, comprendí que la pieza seleccionada me permitió ver a través de ella, o tal vez me invitó a ver a través de mis bacterias. Ese acercamiento tan familiar, tan emotivo y tan sensible es lo que más agradezco de esta oportunidad: la posibilidad de mirar hacia dentro y descubrir aquello que siempre estuvo en mí, esperando una ventana para salir.
Andrés Murillo en diálogo con Banana ArtNews (1997) de Moisés Barrios y Vasito McDonald’s (1999) de Darío Escobar.
Las obras de la CVPR que escogí fueron creadas hace 25 años. A partir de ellas me propuse analizar, desde mi perspectiva, qué aspectos del imperialismo y la hegemonía estadounidense —temas presentes en la obra de Darío y Moisés— continúan moldeando la identidad costarricense en la actualidad y bajo qué estrategias.
A diferencia de mi trabajo, que es habitualmente pictórico, en esta residencia he utilizado el video, la instalación y el objeto encontrado como medios para evocar en el espectador emociones que van desde la risa hasta el enojo. Esto se ha manifestado en debates, confrontaciones e incluso en una disculpa anónima, la cual más tarde pasó a formar parte de la exposición.
Llegué a la conclusión de que nuestra idiosincrasia, como costarricenses, sigue siendo vulnerable y que la independencia de este país no es más que una ilusión con la que nos autoengañamos cada setiembre desde hace 200 años.
No cabe duda de que existe un malestar generalizado que debemos enfrentar desde nuestras prácticas individuales y colectivas para transformar nuestra realidad y superar la dependencia.
Por ahora, seguimos siendo “siervos menguados”.
Christian Salablanca en diálogo con Seno protegido (1997) de Joscelyn Gardner.
Al investigar las referencias de Joscelyn Gardner, encontré que una de ellas remite al poeta y pensador originario de Barbados, Kamau Brathwaite. En su obra, Brathwaite desarrolla el concepto de intercovery, que propone una reapropiación de las historias personales a partir de las memorias familiares y comunitarias. Este concepto se presenta como una contrapropuesta a la visión colonial del “descubrimiento”. A partir de aquí, incorporé también el pensamiento de Antonio Bispo Dos Santos, quien sostiene que el “conocimiento ancestral” es dinámico y se mantiene vivo a través de la interacción constante con el entorno.
De este modo, propuse Historia de un perro mudo, una instalación que articula dibujo, escultura y medios digitales a partir de imágenes ancladas en la memoria oral y la experiencia personal. En esta obra, el acto de recuperación y reinscripción de experiencias se convierte en un ejercicio que invita a repensar la identidad desde una perspectiva de hibridación, memoria y una interacción viva con el territorio.
Los dibujos presentes en la instalación se estructuran como escenas y escenarios que no solo evocan, sino que construyen una experiencia inmersiva propia de un videojuego. Estos escenarios, diseñados como espacios para una experiencia colectiva y multijugador, funcionan como una plataforma para compartir narrativas fragmentadas en un paisaje que, aunque ya no existe en la realidad, persiste de manera difusa en la memoria. Los personajes, animales y presencias que habitan estos espacios no corresponden a un lugar concreto, sino que aluden a un territorio indefinido, en el que el sonido se convierte en un elemento crucial que completa el paisaje.
Asimismo, los metates grabados, dispuestos en conjunto con bancos de madera, se presentan como una invitación a reconfigurar el significado de los objetos cotidianos a través de nuevas narrativas. La disposición y relación entre estos elementos –los bancos y los metates– buscan transformar su materialidad en un vehículo para contar historias, donde cada objeto se convierte en una metáfora de la memoria y la experiencia. El metate, con patas de perro y con sus dibujos sobre la superficie, evoca relatos cercanos, transformándose en una herramienta narrativa que, más allá de lo verbal, activa una conexión visceral con el pasado y las historias compartidas.
This post is also available in: English (Inglés)