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ACERCA DE LA EXPOSICIÓN
TERAMORFOSIS
AFICHE DESCARGABLE DE LA EXPOSICIÓN
11 DE MARZO AL 16 DE MAYO 2015
Curadora: M. Paola Malavasi L.
San José – la ciudad negada, caótica, fea, desordenada – es considerada simultáneamente como un monstruo y un cautivante caso de estudio. Ciudad sin orden aparente, ciudad sin centro, lugar de paso: son muchas sus deformidades. Se afirma y hasta se hace alarde de su fealdad, agravante aún mayor cuando se recuerda que no siempre fue así, que este es meramente el resultado palpable de un proceso histórico, económico y cultural que permea otras áreas de la sociedad que trascienden el espacio urbano.
San José es también hogar de mil puertas cerradas y ventanas con rejas. En la intimidad y en la cotidianeidad de la rutina, esta ciudad, al igual que este país, guarda contradicciones enormes. El monstruo está afuera, y resistimos al aceptar que también está adentro y que es parte de quienes somos. De ahí que también lo siniestro y monstruoso se construye a partir de una relación constante entre interior y exterior: entre la ciudad y el hogar, entre el espacio público y el privado, entre las personas y su contexto, dentro y fuera de ciertas estructuras sociales.
Si como afirma Nietzsche, cuando el ser humano “se mira en el espejo de las cosas, considera bello todo aquello que le devuelve su imagen” y “odia la decadencia de su tipo”, quizás lo que vemos reflejado en esta ciudad es una parte de nosotros que, como sociedad, preferiríamos no ver o que anhelamos se viera diferente.
La exposición Teramorfosis parte de un estudio de campo, una investigación a partir de distintas prácticas creativas del medio local costarricense que en años recientes han explorado esa relación entre interior y exterior, en muchos casos relacionada con la ciudad y el entorno urbano. Los trabajos captan fenómenos considerados siniestros o monstruosos – desagradables y hasta un tanto repulsivos, o fascinantes, curiosamente atractivos y hasta bellos – que forman parte de nuestra cotidianeidad. Se ha dejado de lado el idealismo para aceptar que lo que se ha buscado negar u ocultar – o se ha tachado de deforme y desagradable – es a la vez una parte intrínseca del ser humano.
Quizás este tipo de exploraciones son síntoma de una generación joven inconforme pero impotente, que busca entender las contradicciones y afectaciones de las cuales se compone esta sociedad. A la vez, se podría decir que es también parte de un movimiento que aboga por un rescate del espacio urbano, reclamando lo que hace décadas se había dado por perdido.
En este país, el mito de la felicidad imperante es en realidad una quimera, una ilusión colectiva que bien podría llegar a convertirse en aquel temido monstruo de tres cabezas. Sin ser predeciblemente directos, los trabajos aquí presentes buscan hacer evidente esta ilusión para exhortarnos a ver – sin prejuicios y aceptándolo como parte de nuestro ser – lo que a menudo se nos dice que ignoremos o se insiste es una degradación. Existe entonces en estos creadores, un deseo de ver las cosas como son, no como se proyectan, o en ocasiones, de reconfigurarlas para alterar su connotación negativa y extender el concepto de lo desagradable.
El término teramorfosis es utilizado en la entomología para referirse a organismos de forma anormal o monstruosa. Proveniente del griego teras, que significa monstruo o prodigio, y morfosis, que indica un cambio de estado, en el contexto de esta exposición, la palabra también es una invitación a considerar lo extraño o monstruoso como un estado de cambio. Esta mutación es múltiple: puede existir una conversión hacia algo monstruoso – inclusive sin que esto sea necesariamente desagradable – o que lo monstruoso pueda verse gracias a la transformación.
Tal es el caso del proyecto Monstruo como Manifiesto (2014), tesis de arquitectura de Stefan Sauter. Para Sauter, si los monstruos se postulan como un reflejo reverso de los valores culturales de la época, los temores actuales en San José están altamente relacionados con la desaparición del espacio público. A finales de 2013 y principios de 2014, el monstruo de esta preocupación cobró vida en las plazas exteriores de dos de los principales edificios institucionales en la ciudad de San José: la Contraloría General de la República y el Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia.
Como él mismo lo explica, “aunque la tradición de enjaular no es un fenómeno sorprendente en el espacio privado de la ciudad, estos eventos recientes caracterizan una tendencia cada vez mayor de una solución simplificada frente al problema de la inseguridad urbana. En lugar de hablar en defensa de la arquitectura, la ciudad de San José habla de una arquitectura de defensa (…) La jaula es el monstruo de la ciudad de San José”.
Su investigación extiende una invitación a reconsiderar nuestros puntos de vista sobre este elemento monstruoso e intentar cambiar el vocabulario sobre las cualidades de las rejas. Las ilustraciones de “monstruos” y las maquetas que se presentan en esta exposición son sólo la punta de una investigación pendiente sobre posibles estrategias de adaptación defensiva como una posible arquitectura de la ciudad. “En esta actitud”, explica Sauter, “el monstruo se convierte en una herramienta fundamental para poder entrar en nuevas relaciones entre lo real y lo especulativo que se hace relevante por su utilidad para exponer hallazgos sobre las ciudades contemporáneas que son complejas, incomprendidas, despreciadas y extrañas”.
Los dibujos digitales de Sauter incluyen varias ilustraciones tomadas del trabajo del ilustrador francés J.J. Grandville. Este fue de gran influencia para el reconocido ilustrador costarricense José María Figueroa Oreamuno. Pensando en propiciar este diálogo, se incluyó en esta muestra tres páginas de los cuadernos de Figueroa.
Entre 1870 y 1887, Figueroa produjo cinco cuadernos con textos e ilustraciones satíricas que fueron encontrados recientemente en una biblioteca privada. En ellos, expone sus apreciaciones mordaces acerca de las primeras transformaciones liberales de Tomás Guardia de 1870 hasta finales del siglo XIX. Este periodo fue el escenario de trascendentales cambios, y el devenir de un lento proceso de transformación de las débiles instituciones coloniales hasta la consolidación de una oligarquía liberal que reunió a las clases dominantes criollas para perfilar y dirigir el rumbo de la entonces incipiente república.
Como explica Gabriela Sáenz Shelby, Figueroa fue así testigo y protagonista del cambio más significativo que tuvo la Costa Rica de esa época, en donde dominó un modelo liberal promovido por las élites políticas y mercantiles que consolidaron las bases del estado nacional costarricense.
Figueroa expone su percepción sobre la Costa Rica del siglo XIX a partir de formas grotescas y satíricas, las que se concebían en su tiempo como imágenes diabólicas, muy disímiles a las relacionadas con la estética de la belleza y del ideal clásico de la oligarquía de entonces. En sus cuadernos, Figueroa optó por mirar aquello sometido a permanecer como invisible o no evidente, renovando así las posibilidades de la percepción en torno al cambio.
Explorando estos procesos de transformación pero con un abordaje que se enfoca en el resultado estético, la serie Arch(2014) de Andrés Gómez (cc Myno) utiliza el arte digital para explorar y reconfigurar el paisaje. Arch se compone de múltiples glitches hechos a partir de fotografías tomadas con iPhone, gran parte de ellas de San José y de Chicago. Para producir estos resultados las imágenes son procesadas múltiples veces por distintas aplicaciones. Esto lleva a que la información se corrompa y resulte en errores.
Sin embargo, lo que supuestamente es una imagen corrupta tiene resultados hermosos y diferentes, donde a penas se reconoce el sujeto original. Se ve camuflada la Casa Jiménez de la Guardia, pero su transformación resulta en una descarga de color y textura que le agrega otra dimensión a esta arquitectura, de-construyéndola en el espacio digital. En medio del error, algo nuevo e interesante se asoma.
San José bien podría ser considerada una ciudad glitch; los errores y desaciertos han llegado a formar parte de su identidad. La superposición de múltiples procesos – que se han dado uno tras otro sin necesariamente tener un propósito definido – ha resultado en una conglomeración ecléctica que le confiere a la ciudad su particular esencia.
Más allá del espacio urbano y su arquitectura física, otras obras exploran también a los habitantes y las relaciones que se construyen en esta ciudad. El video El nacimiento de la natación (2015), de Marco Arce, Diego Arias-Asch y Pablo Murillo, busca revertir la relación que generalmente se tiene con las cucarachas al presentarlas como la mascota perfecta. Como habitantes perennes de cualquier ciudad, aprendemos a despreciar, temer o ignorar a estos insectos, de modo que resulta fácil simplemente matarlas. No obstante, por medio del humor se presenta a estos bichos bajo otra luz, aunque al final su destino igual sigue la misma línea ya establecida, todo en nombre del arte.
El video enfatiza también el deseo de los artistas de burlarse de ellos mismos y desmitificar la figura artística utilizando su propia obra. Se cuestiona qué determina que algo sea un videoarte y cómo se designa a alguien como artista, poniendo en duda la validez de lo que se hace en nombre del arte.
Este es el primero de una serie desarrollada a partir de un proceso de exploración de la tortura, donde los artistas someten a varios insectos a situaciones que resultan en su muerte. Evitando un discurso moralista y conscientes de que esa frialdad calculada habita en todos los seres humanos – sin ser ellos la excepción – escogieron abordar el tema con un humor cínico y ácido. El resultado es un video con múltiples capas de significado, donde la risa y lo absurdo son mecanismos empleados para lidiar con las implicaciones de la muerte calculada. La burla se extiende hacia el espectador también. Al final, todos somos cómplices de una ilusión y cuando se revela la ficción, queda una verdad incómoda.
Desde otro enfoque, pero con una premisa similar, la serie Descomposición Urbana (2011- 2015) de David Garrigues, retrata a varios habitantes de la calle, personas reales a quienes por lo generar se ignora para no lidiar con su complicada situación. Al negarlos se hace más fácil no enfrentarnos con nuestra propia indiferencia y ver esa repulsión presente en nosotros mismos. El rechazo es también hacia nuestro comportamiento y hemos resuelto – conscientemente o no – que la mejor manera de hacerle frente es ser indiferentes.
Hechas con ácidos y residuos de basura de San José, estas composiciones presentan retratos deformes donde a penas se reconocen cuerpos y caras, resultando en imágenes un tanto monstruosas y oscuras que podrían generar cierto rechazo o repulsión. Con el tiempo, estos ácidos y el material orgánico se han ido carcomiendo el papel, lo cual eventualmente resultará en la destrucción de la obra y la desaparición total de la imagen.
Abordando también esta invisibilidad, la videoinstalación Sin nombre (2013) busca recrear de manera multi-sensorial tres fosas del Cementerio Calvo. Ubicado en el sur de San José en un espacio excluido de la ciudad, este cementerio es el lugar de descanso de miles de desconocidos. Llamado “el cementerio de los pobres”, surgió como una solución para dar sepultura a aquellos cuerpos que no fueran reclamados: indigentes, inmigrantes, delincuentes, entre otros. En 2011 la Municipalidad de San José quiso utilizar este terreno para construir un parqueo y una bodega, en un acto de total indiferencia por quienes yacen ahí y desacatando su denominación como espacio público.
Esta obra busca hacer visible un lugar que muchos ignoran, cuestionando un sistema de valores que establece límites sociales marcados: vida/muerte, exclusión/inclusión, yo/otro. Si bien es algo que se rechaza, este cementerio es parte de un ciclo que se da en las ciudades como resultado de un sistema social del cual todos somos partícipes.
Entrelazando de manera similar las historias de desconocidos, Pamela Hernández creó específicamente para esta exposición la obra Patrones (2015). Gran parte de su trabajo incorpora objetos recuperados; en algo parecido a una arqueología urbana, durante sus caminatas recolecta objetos o papeles que se le hacen interesantes, componiendo un archivo personal de su experiencia en la ciudad. Curiosamente se ha encontrado gran cantidad de órdenes patronales, documentos que muestran información personal y delicada, en cuenta nombre completo, lugar de trabajo y monto de salario. La artista las ha venido recolectando con cierto morbo, buscando ver quiénes son estas personas y quizás inclusive reconocer ahí el nombre de algún conocido.
Patrones es una especie de tela compuesta por estos documentos. Múltiples historias privadas se entrelazan para formar un patrón que se presenta aquí de manera pública, alimentando un impulso voyerista que a menudo es censurado por considerarse morboso o retorcido.
Si bien estas obras tienen un cierto arraigo específico a la ciudad de San José, aquello que percibimos como desfigurado no es particularmente una condición local, sino que es parte activa de una humanidad compartida. Más allá de San José y de Costa Rica, compartimos “deformidades” internas que tachamos de monstruosas (para bien o para mal), deformidades que existen en nosotros y siguen siendo características comunes que afectan cómo se construye una sociedad.
Teniendo esto presente, Teramorfosis también incluye artistas cuyo trabajo hace un comentario acerca de estas características comunes, dejando en evidencia la presencia de lo monstruoso en lo íntimo y personal. Las ilustraciones de Diego Arias-Asch, por ejemplo, a menudo presentan personajes y mundos fantasiosos donde lo absurdo, el humor y lo patético se unen para mostrar otra dimensión del ser humano. Sus sujetos resultan retratados con cuerpos deformes o características exageradas, convertidos en pequeños monstruos o humanoides desfigurados.
Hay una cierta fealdad irónica y risible en todo lo que compone la existencia y Asch lo hace evidente. Como parte de esta exposición, se le comisionó intervenir la fachada de TEOR/éTica. Para esto decidió retratar, en su particular estilo, diferentes situaciones que se dan en San José. Utilizando siempre el cinismo y la ironía, en este mundo colorido los personajes, con ciertas características infantiles y a la vez siniestras, sufren y gozan lo que muchos transeúntes de esta ciudad experimentan en su día a día.
Pensando precisamente en interpelar ese espacio y a quienes transitan por él, como parte de la inauguración de esta exposición Dino Real realizó una intervención urbana en los alrededores de Barrio Amón y el Parque Morazán, en la cual se presentaban distintos sujetos como espectros silentes de la ciudad. Las acciones que ha realizado Dino en múltiples contextos a menudo borran los límites entre lo fantástico y lo real, lo hermoso y lo extraño. Hay una intención por desesencializar géneros establecidos y presentar personajes mágicos, un tanto raros pero atractivos, que bien podrían ser vistos como monstruos o deidades.
De manera complementaria, Dino compuso la instalación En Casa (2015), un encuentro con el mundo místico del artista y sus personajes. En Casa incluye varios elementos y un traje hechos por Dino, así como un video de su trabajo performático. De esta manera, se buscó recrear dentro del espacio de exposición el lugar de habitación del artista, donde constantemente está rodeado de los elementos que lo ayudan en sus transformaciones.
Partiendo también del espacio del hogar, Róger Muñoz explora lo siniestro en lo cotidiano. En esta exposición Muñoz presenta La ruta de su evasión (2015), una serie de collages que de-construyen la arquitectura – física y metafórica – de una casa. La relación entre los dibujos arquitectónicos, los trazos un tanto desfigurados y ciertos elementos orgánicos genera una contradicción reveladora. No existe tal espacio idílico en el interior de este hogar. Así mismo, el exterior es igualmente engañoso. En su pintura Casa Roja (2015) el sujeto podría verse casi como una cabaña inofensiva. Sin embargo, las características de su construcción revelan que hay algo deforme y sombrío en ella que quizás no se limita solamente a su exterior.
Cuestionando de manera similar las estructuras sociales, tales como la familia y la religión, Laura Villalta Herrera desarrolló la serie de estudios Álbum Familiar (2012). Esculcando fotos viejas de su familia, la artista había encontrado una serie de negativos con imágenes que no formaban parte del álbum familiar, recuerdos de ocasiones especiales que quedaron fuera de la historia oficial. Al ampliarlos, estos revelan una imagen en negativo un tanto distorsionada y rota, personajes que son familiares, pero que aquí se presentan irreconocibles.
Como parte de esta serie de estudios, El bautizo, pieza que se incluye en Teramorfosis, cuestiona la importancia de este rito religioso; desde lo personal, la artista se pregunta cuán significante es para ella la religión católica hoy día, siendo que esta permea múltiples áreas de la sociedad costarricense. Si bien tiene un fuerte peso como parte de nuestra identidad, también ostenta un lado negativo que a menudo se presenta incontestable y oculto.
Bajo el tema de la política, Blinded (2015) – una nueva videoinstalación compuesta por Wiesengrund Project (Sergio Wiesengrund y Mariela Sandía) para esta exposición – explora este tipo de ceguera colectiva, a menudo agravada por la publicidad y la sociedad de consumo.
Tal y como lo explican ellos mismos, Blinded “dialoga a partir de recursos concretos de sonido y video de diferentes fuentes y medios, buscando discutir la cotidianidad como ‘ceguera política’ desde la ‘mostrificación’ de la materia. Consideramos que la ‘ceguera política’ es un ejercicio monstruoso (…) Lo monstruoso de la ‘ceguera política’ se inscribe en los espacios de consumo, instalando relaciones de poder desde el universo simbólico y material, al sujetarse a un mismo sistema de producción económico y cultural”. Al ‘mostrificar’ la materia, es decir, “corromper” de manera deliberada los archivos de video y acompañarlos con composiciones sonoras tétricas o extrañas, Blinded se convierte en una acción política, que simultáneamente busca denunciar esa indiferencia.
Teramorfosis pretende precisamente explorar las múltiples maneras de entender lo monstruoso, abordándolo desde distintas expresiones creativas que van más allá de las artes plásticas: lo arquitectónico, lo gráfico, lo performático y lo sonoro. De esta manera, surgen varias preguntas. ¿Lo que estas obras exponen es realmente desagradable o es una visión impuesta que hemos simplemente llegado a aceptar como tal? ¿Es la ciudad lo desagradable o somos nosotros? ¿Será posible ver lo monstruoso bajo otra luz? A partir de estas y otras preguntas, algunos de los trabajos muestran aspectos de la cotidianeidad que preferiríamos ignorar. Otros se enfocan en cómo podría reconfigurarse aquello que vemos como feo o negativo, mientras que algunos solo buscan retratar lo monstruoso en las personas y en la sociedad.
No obstante, no se pretende condenar estas cualidades, ni mostrarlas como algo meramente negativo, si no como parte de un todo complejo y diverso que no se puede pensar en términos binarios: bueno/malo, bello/feo, natural/monstruoso, yo/otro.
Lo que se percibe como deforme o desagradable, lo que denominamos monstruoso, es en realidad una construcción en oposición a un ideal, un canon preestablecido por agentes de poder, pero no por esto, incuestionable y verdadero. No existe forma estética que no responda a los intereses de un determinado orden social y político. Cabe preguntarse entonces si el ideal de la ciudad de San José al que aspiramos, visto como el consecuente reflejo de una sociedad, es uno impuesto o adoptado que no responde a nuestras necesidades reales, si no a una proyección idealizada proveniente de procesos externos y foráneos.
Teniendo esto presente, Teramorfosis propone considerar las “anomalías” como parte de una nueva forma y no como algo condenado. Buscando superar el horror o el asombro, esta exposición es un encuentro con lo monstruoso visto como parte de un proceso, sea este uno de cambio, de revelación, de adaptación o de aceptación. Vale destacar entonces que lo que esta exposición plantea se nutre precisamente de esta idea de transformación. De esta manera, en el espíritu de un pensamiento Junguiano, el monstruo hoy podría ser también signo de transformaciones futuras.
María P. Malavasi L
San José, 2015
María P. Malavasi L. (San José, Costa Rica, 1987). BFA Historia del Arte, Savannah College of Art and Design, 2011. Desde 2011 trabaja en TEOR/éTica como encargada de Archivo y Coordinadora General del Lado V Centro de Investigación Virginia Pérez-Ratton. Actualmente lidera Revisión de las Exposiciones, una serie de talleres anuales y futuras publicaciones que buscan trazar una historia de las exposiciones acerca del arte de Centroamérica. Contribuyó con la edición de los libros Virginia Pérez-Ratton: Travesía por un Estrecho Dudoso y Del Estrecho Dudoso a un Caribe Invisible: Apuntes sobre arte centroamericano. Ha escrito para publicaciones tales como Art Nexus Latinoamérica y Arteamérica Cuba.
EVENTOS PARALELOS
INFORMACIÓN
ARTISTAS: Marco Arce, Diego Arias-Asch, Michelle Ferris, José María Figueroa, David Garrigues, Pamela Hernández, Roger Muñoz, Pablo Murillo, Andrés Gómez (Myno), Dino Real, Stefan Sauter, Laura Villalta Herrera, Wiesengrund Project (Sergio Wiesengrund + Mariela Sandía)
SALAS: TEOR/ética
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