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ACERCA DE LA EXPOSICIÓN
Iconofagia
CURADURÍA: Virginia Pérez-Ratton y Tamara Díaz Bringas
FECHAS EXPOSICIÓN: Agosto – Setiembre 2004
Devoradores de imágenes
“Iconofagia” es una exposición regional que reúne la selección de obras con la que Centroamérica y el Caribe participó recientemente en la VIII Bienal Internacional de Cuenca, Ecuador, efectuada del 12 de abril al 10 de junio de 2004. Bajo la curaduría de la costarricense Virginia Pérez-Ratton y la cubana residente en Costa Rica, Tamara Díaz, esta muestra se exhibe actualmente en TEOR/éTica en San José.
Con el objetivo de fortalecer la investigación, exposición y difusión del arte contemporáneo de los países americanos se creó hace 17 años la Bienal Internacional de Cuenca, Ecuador. Con siete ediciones al hombro, el certamen se enfocó este año hacia una mayor apertura formal y conceptual a tono con las nuevas tendencias del arte contemporáneo. De este modo, para la octava edición, efectuada del 12 de abril al 10 de junio de 2004, se admitió la participación de obras de distintas técnicas, formatos y lenguajes: pinturas, instalaciones, vídeos, intervenciones urbanas, fotografías, ensamblajes, arte objetual, entre otros.
Asimismo, los organizadores de la Bienal invitaron a ocho destacados curadores internacionales para que ellos seleccionaran un máximo de tres artistas de las siguientes regiones: México, Centroamérica y el Caribe, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay; Ecuador es el único país al que se le permite la participación máxima.
Dieciséis artistas provenientes de trece países fue la participación—en términos cuantitativos—de la región comprendida por América Central y las islas caribeñas. Dicha selección estuvo a cargo de la curadora costarricense Virginia Pérez-Ratton, directora de la Fundación TEOR/éTica para el arte y el pensamiento. La especialista invitó a su colega cubana, residente en Costa Rica, Tamara Díaz, y ambas se dieron a la tarea de investigar, cotejar y analizar la obra de muchos artistas de la región para integrar el equipo que finalmente representó a Centroamérica y el Caribe en la VIII Bienal Internacional de Cuenca. Dicha selección se puede apreciar en la muestra “Iconofagia” que se exhibe actualmente en las instalaciones de TEOR/éTica en San José.
Errol Barrantes (Costa Rica), Moisés Barrios (Guatemala), Natalie Butler (Jamaica), Vladimir Cybill (Haití), José (Tony) Cruz (Puerto Rico), Leonardo González (Honduras), Ricardo G. Elías (Cuba), Jonathan Harker (Panamá), Quisqueya Henríquez (República Dominicana), Ronald Morán (El Salvador), Bruno Pedúrand (Martinica), Osaira Muyale (Aruba), Raúl Quintanilla (Nicaragua), Chemi Rosado (Puerto Rico), Cinthya Soto (Costa Rica) y José Ángel Toirac (Cuba) fueron los embajadores artísticos de la región en dicho certamen.
Los seleccionados se devolvieron a casa con varios reconocimientos. Uno de los tres premios de la Bienal fue otorgado a Ricardo González-Elías, de Cuba, por su obra “Sin Título” de la serie de fotografías a color “La historia me absolverá”. Por otra parte, el panameño Jonathan Harker y el cubano José Ángel Toirac obtuvieron menciones honoríficas por las obras “Post-post” (serie de 12 tarjetas postales) y “Transubstanciación” (instalación respectivamente. Además, el jurado otorgó un reconocimiento especial para la pieza “Re/trato” del artista colombiano Oscar Muñoz, la cual fue elegida por las curadoras para que participara fuera de concurso.
Lectura profunda
La propuesta curatorial de Virginia Pérez y Tamara Díaz supone una revisión de las bases conceptuales establecidas para la octava edición de la Bienal. “Nos pareció que el planteamiento era rígido, cuadrado y reduccionista. Por eso decidimos darle otro enfoque al proyecto de curaduría para ampliar el espectro de análisis”, explicó Pérez-Ratton.
Según la curadora, la Bienal defendía el concepto de “iconofilia”, el cual establece un antagonismo entre un inventario de íconos proveniente de la sociedad de consumo y un lenguaje iconográfico definido desde la subjetividad de cada artista.
De este modo, en uno de los documentos oficiales del certamen titulado “Propuesta conceptual y temática” se estipula lo siguiente: “Dos movimientos han sido fuertemente constitutivos de Occidente y de su racionalidad: de una parte sus tendencias iconoclastas y de otra, la secularización (…). El movimiento iconoclasta no se realizó únicamente con una intención “civilizatoria”, sino que se ocultaba detrás de sus verdaderas motivaciones. El iconoclasta contemporáneo quiere arrasar con todos los ídolos tradicionales e incluso modernos; trae nuevos ídolos y fetiches que no son otros que mercancías y objetos de la sociedad de consumo. La iconoclastia abre el camino al fetichismo de la mercancía. En el afán crítico sobre la lógica del capital hemos terminado por sumarnos a su movimiento secularizador. Si bien es cierto que hay que desnudar a las mercancías y a su iconografía—como el arte lo ha hecho desde muchas perspectivas—hemos perdido nuestras propias raíces, tradiciones y, sobre todo, nuestra capacidad de imaginar otras visualidades. La creación de íconos separados de la sociedad de consumo nos muestra que se puede proponer otro tipo de realidad”.
Pérez y Díaz cuestionan esta postura por considerarla fallida e incompleta “al pretender además de la creación de nuevos íconos de reemplazo, la suplantación de unos por otros supuestamente con mayor vigencia por el solo hecho de provenir de la práctica artística”.
De ahí que su proyecto curatorial se desarrolló a partir de las interrogantes que provocan las imágenes de ayer y hoy, de la distorsión, la subversión, la ironía y la relectura de ellas. “El asunto fue analizar la manera en que cada artista lidiaba con las imágenes, es decir cómo manejaba el cúmulo de imágenes en su memoria con otras que vienen de fuentes externas. Encontramos diversas perspectivas: desde lo público hasta lo privado, desde lo puramente artístico hasta lo social y político con tintes de ironía. Unos manifiestan un abierto rechazo a la manipulación iconográfica impuesta desde los medios de comunicación; otros parten de íconos religiosos, políticos, históricos para plantear superposiciones por ejemplo”, explicó Pérez.
Por eso las curadoras prefieren hablar de “iconofagia”, la “práctica de ingerir el mundo circundante a partir de imágenes presentes o pasadas como alternativa a un banal rechazo de lo existente”.
Para desarrollar este concepto, los artistas seleccionados emplearon diversos recursos expresivos como pintura, vídeo, instalaciones, fotografías, acciones, ensamblajes, sonido.
De acuerdo con Tamara Díaz, la muestra es en sí misma una crítica a la idea de “representación”, o mejor dicho “representatividad”, pues reconoce la imposibilidad de ofrecer una única imagen adecuada de las prácticas artísticas de Centroamérica y el Caribe.
Algunos de estos artistas estuvieron en Costa Rica para la inauguración de la muestra y además participaron en un encuentro crítico abierto al público. El puertorriqueño José (Tony) Cruz organizó una acción artística en un parque metropolitano en la que mezcló el dibujo y el deporte.
“Iconofagia” permanecerá en exhibición hasta finales de setiembre.
Imagen y mirada
Estas son algunas de las propuestas artísticas de la muestra “Iconofagia”, la selección de artistas que representó a la región de Centroamérica y el Caribe en la VIII Bienal Internacional de Cuenca, Ecuador.
Chemi Rosado (Puerto Rico, 1973). La obra que presentó en la Bienal pertenece a la serie “La historia sobre ruedas” y fue una acción artística de varios días que involucró la pintura, la cultura de quienes practican “skate” (acrobacias en patineta), y el contexto urbano con su ajetreo y caos. “Entre un grupo de ‘skaters’ y yo construimos una mini rampa de metro y medio de altura, la pintamos de blanco, le colocamos unas tablas y se dejó allí por un mes para que los muchachos la utilizaran. Ahí quedaron registradas las huellas de sus patinetas, pero también la suciedad normal de cualquier ciudad”, declaró el artista a Tiempos del Mundo. En una suerte de homenaje al artista estadounidense Jackson Pollock, padre de la pintura en acción, Chemi Rosado colgó las láminas de madera como si se tratase de una gran pintura mural.
Vladimir Cybil (Haití). Su obra es una serie de fotografías intervenidas que se titula “all the gods marching in”. La artista ironiza sobre la sustitución de divinidades producto de la cultura de masas. “Recrea un panteón haitiano-americano que integra figuras como Harry Belafonte o Miles Davis con atributos de santos de la religión creole”, asegura Tamara Díaz.
Los dioses afrocaribeños son reemplazados por las estrellas de la farándula hollywoodense. La cultura del entretenimiento es la nueva religión con sus propias deidades fabricadas e impuestas desde el centro. Según Virginia Pérez, las obras de Cybil “funcionan igualmente como comentarios sobre el oportunismo que la industria turística hace de las prácticas religiosas afrocaribes, de las cuales tan solo se retiene su colorido y sus aspectos anecdóticos como ganchos de atracción, pero cuya verdadera carga religiosa, social y política queda en las sombras”.
José Ángel Toirac (Cuba). Con “Transubstanciación” este creador transita por el terreno de la sacralización desde la política y la religión. A partir de una figura mítica—un ícono sin duda como lo es el Che Guevara—Toirac reelabora una atmósfera religiosa y expresamente asocia la imagen del guerrillero con una especie de héroe mesiánico (¿o mediático?). “Mediante una reconstrucción a escala del lavadero de concreto donde se fotografió el cadáver del Che, la primera vez que fue expuesto después de su captura y muerte, y con unos pocos elementos estratégicamente simbólicos conduce la imagen del Che a una dimensión de redentor”, afirmó Pérez.
Los objetos que complementan la instalación ubican la obra en una atmósfera sacra: grifería de bronce, la emblemática fotografía, vino tinto que mana del grifo y un sudario con el cuerpo del guerrillero impreso en él, a modo de referencia al Manto de Turín.
Cinthya Soto (Costa Rica, 1969). Presentó la video-instalación “Una flor, (no) es una flor, (no) es una flor II” mediante la cual aborda las múltiples posibilidades de representar o imaginar una idea o un objeto generalmente del espacio doméstico, privado o cotidiano. Según la curadora Virginia Pérez, esta pieza es sutil, lúdica y poética a la vez, pues juega con la ambigüedad de las formas que parecen y que no lo son. “El video se presenta en un minúsculo monitor a manera de corola sobre un tallo metálico insertado en una gran maceta. En él se suceden imágenes engañosas referidas al típico concepto de flor, es decir, una serie de pétalos alrededor de un centro. Sin embargo, muchos otros objetos o movimientos evocan la forma de una flor sin tener ninguna relación: un ventilador, un quemador de gas, un juego pirotécnico”.
Texto por Andrea Solano, publicado en Tiempos del Mundo.
(Fecha desconocida)
INFORMACIÓN
ARTISTAS: Chemi Rosado (Puerto Rico, 1973), Vladimir Cybil (Haití), José Ángel Toirac (Cuba), Cinthya Soto (Costa Rica, 1969)
SALAS: TEOR/ética
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