TRES

Focus sobre cuerpos femeninos

CURADURÍA: Virginia Pérez-Ratton

FECHAS EXPOSICIÓN: Mayo 2006

Tres fotógrafas, tres perspectivas, tres enfoques diversos: invitamos en esta ocasión a tres mujeres que a partir de la imagen fotográfica presentan tres maneras de aproximarse al cuerpo femenino, a sus posibilidades expresivas y a su manera de estar en un espacio. Karla Solano, costarricense, con una carrera consolidada dentro y fuera de la región, ha concentrado su trabajo en investigar las posibilidades de su propio cuerpo como sujeto, soporte y tema, recorriéndolo desde una perspectiva lúdica y de auto-percepción, y que, sobre todo en las últimas obras provoca reacciones sensoriales al forrar espacios arquitectónicos con el suave colorido de la piel desnuda. Rachelle Mozman, panameña, se orienta hacia la configuración de escenarios de interiores familiares, entornos planos de aparente calma y completo orden, en los cuales coloca a niñas y adolescentes aparentemente inexpresivas, que por lo general fijan una mirada desapegada pero sutilmente agresiva hacia la cámara. El conjunto provoca una sensación de cotidianidad inquietante. La palidez de sus sujetos, lo controlado de estos escenarios, obsesivamente pulcros y asépticos, dejan poco espacio a la vida real, y funcionan como reflejos siniestros de un entorno artificioso. Ana Urquilla, salvadoreña, ha realizado obras en varias vertientes y utilizando diversas soluciones formales, pero que confluyen casi todas en enfrentar las convenciones e imposiciones de una sociedad conservadora y represiva de la libertad individual y condicionante de la estética femenina. En esta ocasión, es una obra que parte más bien de la poética, del acto de soñar despierta, lo cual constituye también de alguna forma una tara que se reclama a las mujeres.

Las intenciones de cada una de ellas hace que su trabajo adopte diversas características formales: Karla Solano ha trabajado mucho sobre soportes no tradicionales, como acetatos y lienzos, y no ha tenido formatos regulares o estandarizados sino que cada obra es pensada a partir de su temática hacia lo formal, seleccionando dimensiones y presentación de acuerdo a cada obra específica. Viene ampliando sus formatos a medida que pasa el tiempo, hasta llegar a la pieza que presenta en TEOR/éTica, que cubre toda la fachada, de casi 20 metros. Las piezas que muestra Rachelle Mozman, provienen de su última serie, realizada posteriormente a la serie que presentó en octubre para la bienal de Panamá, curada por Rosina Cazali, que presentaban niñas del universo suburbano norteamericano, ese mundo extraño y aparentemente aislado y protegido de lo inesperado, impredecible o caótico de la vida urbana, en donde el entorno y la decoración que rodean a las niñas parecen fijadas en el tiempo, impávidas ante los dramas de la vida diaria. Los rostros miran fijos hacia el objetivo o hacia un punto en el espacio de la misma foto, como en un extraño trance que las convierte en una especie de “alien” infantil, ataviadas con trajes intemporales de revista de economía doméstica, atuendos a los que algo falta para ser reales. La serie que presentamos aquí está compuesta por imágenes tomadas en nuevos suburbios de Panamá y aunque incluyen algunos elementos que las diferencian sutilmente de las primeras, tomadas en New Jersey, mantienen esa condición de lo distante e inasible, evidencia de las similitudes que hacen de la “suburbia” algo homogéneo y equivalente en cualquier lugar, un ambiente tan sin carácter que se vuelve ominoso y temible. Ana Urquilla, presente en el certamen de arte emergente del MADC con una obra ligada a ciertos parámetros estéticos de la belleza femenina, fue además seleccionada en la bienal salvadoreña para participar en la edición centroamericana de fines del 2006. La obra que presenta en TRES es de corte más poético y soñador, una especie de doble caminata en formato de instantánea presentada como un camino fluido que sigue el contorno de la galería: por un lado, sus pies recorren un día entero diversos espacios, y por otro sus ojos, que no dejan de mirar al suelo y seguir ensimismados, su propio recorrido cotidiano. Colocadas en la parte inferior de los muros de la galería, las pequeñas piezas obligan al espectador a tomar una posición similar a la de la fotógrafa, y a seguir también su huella caminando y viendo hacia abajo. Por su parte, Karla Solano ha creado una obra totalmente nueva e inédita, dentro de la línea de lo que presentó recientemente en el muro externo del Centro Wifredo Lam en la IX Bienal de la Habana de abril 2006, forrado con la imagen gulliveresca de los dedos de un pie. Ya en la Bienal de Shanghai del 2004, había forrado el espacio que se le destinó, paredes, piso y techo, con ampliaciones exageradas de diversas superficies de su epidermis y del pubis, provocando una sensación de gran matriz que rodeaba al espectador al entrar al recinto. Aquí, es una imagen de su cuerpo entero, reclinado, impreso con tonalidades cargadas de una sensualidad casi maternal, y que descansa a lo largo de la fachada de TEOR/éTica. En esta muestra, desde el pequeño formato de una huella hasta la impresión gigantesca de un cuerpo, el trabajo de estas tres fotógrafas se centra en una percepción del cuerpo y su significado en un espacio: mientras que como una gran valla, el cuerpo de Karla Solano se presenta de manera simple, un paisaje de dunas adherido a los detalles arquitectónicos de un edificio para crear otra topografía superpuesta, son los pies de Ana Urquilla que conducen al espectador a un recorrido más intimista, un espacio para la reflexión y el vagar en el tiempo. Desprovistas de toda sensualidad, casi asexuadas, las jóvenes inmateriales que habitan las “mise-en-scène” de Rachelle Mozman funcionan como una serie de figuras arquetípicas de un tipo de universo aislado del mundo real y que se expande en la medida en que el suburbio planificado remplaza la espontaneidad de la cotidianidad urbana.

Virginia Pérez-Ratton, mayo 2006